EL REY Y EL MENDIGO SABIO


Había una vez... un Rey que era muy querido y respetado por su pueblo, que solía pasear por calles y plazas de su reino. En uno de esos paseos, observa a un mendigo tirado en una calle, en medio de unos sucios harapos. Preguntó por él a su acompañante, y éste le informó que era un sabio, que se encontraba en ese estado de abandono, por un desengaño amoroso.
El Rey se dirige a él y le pregunta:
- ¿ Que convendría sembrar en esa época, maíz o trigo ?
-  Sin lugar a dudas, maíz, Alteza.
- ¿ Que dará más ganancia, el ganado porcino o el lanar?
- Ciertamente, el porcino,Majestad.
El Rey siguió los consejos del mendigo, y ese año tuvo una extraordinaria cosecha de maíz, como hacia muchos años no la había. Lo mismo sucedió con los cerdos, dieron gran ganancia.
Decidido, el Rey hizo traer a palacio al sabio y lo  convirtió en el asesor principal de todos los asuntos del reino. Lo vistió con lujosos trajes y lo sentó a su mesa en un lugar preferencial. Esto, como era de esperar, despertó la envidia de los demás asesores, que buscaban encontrar alguna error para denunciarlo.
Todas las tardecitas, el sabio, iba a una choza, apartada del palacio, pasaba un rato, y volvía.
Los envidiosos asesores, sospechaban que iba a encontrarse con alguien y estaba preparando un complot. Se lo hicieron saber al Rey, y éste para salir de dudas, aunque muy triste, decidió que iban a seguirlo.  Así lo hicieron y entraron sorpresivamente en la choza.
-¿ Que estás tramando? ¿ Con quien te encuentras acá todas las tardes? Gritó el Rey.
El sabio, estaba arrodillado, en medio de los sucios harapos que había traído de su vida anterior.
- Vengo aquí todas las tardes, para ver estos sucios trapos y no olvidarme de donde vengo. No quiero que estos trajes lujosos me conviertan en un ser orgulloso y soberbio.
El Rey lo abrazó emocionado, y volvieron juntos al palacio contentos y en paz.
Este cuentito nos recuerda 2 cosas que dice la Biblia.

Proverbios 27:4- " ¿ quien podrá sostenerse delante de la envidia"? - Cosa terrible.

Salmo 40:2-" Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso, puso mis pies sobre la peña, y enderezó mis pasos " ( Dios ).

Nunca nos olvidemos de donde nos sacó Jesús cuando nos salvó. Todos tenemos unos trapos sucios
que El lavó con su sangre bendita.